Se realiza bajo anestesia general o regional, dependiendo de la articulación que se va a tratar. se realizan pequeñas incisiones alrededor de la articulación y se introduce el artroscopio para visualizar el interior de la articulación. A través de otras incisiones, se introducen instrumentos quirúrgicos para realizar la reparación o el tratamiento necesario.
La artroscopia ofrece muchas ventajas en comparación con la cirugía abierta. Por ejemplo, la recuperación después de la cirugía suele ser más rápida y menos dolorosa, lo que permite a los pacientes volver a sus actividades cotidianas en menos tiempo. También hay menos riesgo de infección y otros complicaciones postoperatorias.
Después de una artroscopia, es importante seguir las indicaciones del médico en cuanto a la medicación, el vendaje y la rehabilitación. Los pacientes pueden experimentar hinchazón, dolor y rigidez después de la cirugía, pero estos síntomas suelen desaparecer en unos días o semanas.
Como cualquier cirugía, existen posibles riesgos de complicaciones como infección, sangrado, lesión de nervios y problemas de movilidad. Pero con un adecuado protocolo prequirúrgico y el seguimiento colaborativo (Paciente/Médico) logramos prevenir todas estas posibles complicaciones.
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